Ancha es Castilla. Por Brujapiruja

Ancha es Castilla

Si tuviera hijas menores, estaría muy, pero que muy enfadada. La nueva ley del aborto no me parece nada progresista, sino bastante retrógrada y machista, sobre todo en lo que respecta a las menores. Las mayores de edad, ya lo dice la palabra, son responsables de sí mismas a todos los efectos.

Si tuviera hijas menores, no quiero imaginarme siquiera como me sentiría el día en que me enterara de que ha abortado sin decirme nada. No quiero pensar lo que sería verla llorar por las noches en silencio, demacrada y triste, ni barruntar si sabe, o no, quién era el padre; si fue un chico al que apreciaba o fue en un aseo de la “disco” dónde se enzarzaron sin cruzar palabra en medio de una buena melopea.

Si tuviera hijas menores, seguro les habría contado un montón de buenas historias de madres solteras, de embarazos no deseados, de abortos desde que el mundo es mundo, de cómo en urgencias he visto a mujeres cruzarse de piernas para no dejar asomar a ese ser que vino a nacer sin previo aviso. Les hubiera contando como en todos esos casos, estaban las madres, los padres, los abuelos, incluso alguna amiga, pero nunca él, nunca el otro responsable.

Se enzarzan dos, pero sólo ella responde por sus actos. Sí, sí… es señora de su cuerpo, dueña de su feto, libre de decidir abortar o no, de pedir ayuda, de contarlo o de sufrirlo sola y ama y señora, sin lugar a dudas, de asumir las consecuencias sea cual sea la decisión de su señorío. Nadie dice que esa libertad es a costa de toda la familia (así también legislo yo) que, quiera o no, se encuentra en medio de la consecuencia de una decisión ajena.

Me resisto a creer que, cumplidos los cincuenta, mi vida estuviera a expensas de la decisión de una quinceañera y que la ley me obligue a estructurar toda mi vida en función de lo que ella quiera hacer, porque, si decide tener el niño, ya sabemos a quien le toca brear con el nieto. Al ser menor, hay que mantenerla y obligarla a estudiar, ni se la puede emancipar y, desde ahora, ni siquiera opinar. Por lo visto a nuestra generación nunca nos llega la hora de ser libres para hacer lo que nos venga en gana.

Si tuviera hijas, le diría a estos memos que se llaman “progres” que con esta ley todo sigue como siempre, o peor, porque los que son realmente dueños de su cuerpo sin consecuencia alguna son los que siempre desaparecen oportunamente sin cicatriz ni remordimiento alguno: ellos.

Si alguien que pierde los puntos de su carné de conducir, tiene que hacer un cursillo para recuperarlo, ¿qué habría que hacer con estos jovencitos en plena explosión de hormonas, con esa potencial arma biológica dejando sus genes en cualquier lugar sin ningún control, educación ni consecuencia?

Por suerte, no tengo hijas menores, así que, en realidad, debería importarme un bledo esta ley porque no me afecta en absoluto.
La única pega es que soy mujer y hay ciertas cosas que me indignan profundamente.

Ancha es Castilla, hoy más que nunca, para ellos.

Brujapiruja.

brujapiruja

Ceo del Portal Canal Literatura

2 comentarios:

  1. La verdad es que no quiero meter a todos los hombres en el saco, pero algunas veces pienso que el mundo es de ellos y a nosotras nos han engañado con eso de que la mujer necesita trabajar para tener autonomía. ¿Auto… qué?. Ahora lo que tenemos es más trabajo: el de fuera de casa, el de dentro de casa y todos los nietos y abuelos de la familia. No sigo porque me conozco y, que conste, que me alegro de ser mujer (no sé por qué, pero me alegro).
    Un abrazo y no te calles nunca (yo no lo haré jamás).

  2. Estoy de acuerdo contigo. Y lo peor de ésto es que ellas se creen libres.
    Un beso

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