Adaptación de los cuentos populares al verso de Ronald Dahl que nos hace sonreír ante las cosas que les ocurren a la buena de Ceni, Caperucita o los tres cerditos. Altamente recomendable si queréis reir un rato. Supongo que los niños de más de 12 años lo disfrutarán muchismo, no tanto otros más pequeños a los que sus mitos siguen siendo los verdaderos y les molesta la versión divertida y atrolondrada de Dahl. A mi me ha gustado mucho pero mi hija, que cuenta con ocho, me ha dicho que es horrible. A quién se le ocurre que Caperucita guarde un revólver o el lobo ni corto ni perezoso se zampe a dos de los tres cerditos.
Y para muestra un botón:
El Príncipe dio un grito, horrorizado,
pero ella gritó más: «¡Ha entrado! ¡Ha entrado!¡
Seré tu dulce esposa!». «¡Un cuerno frito!»«
¡Has dado tu palabra, Principito,
precioso mío». «¿Sí? —rugió su Alteza—.
¡Ordeno que le corten la cabeza!».
Se la cortaron de un único tajo
y el Príncipe se dijo: «Buen trabajo.
Así no está tan fea». De inmediato
gritó la otra Hermanastra: «¡Mi zapato!
¡Deja que me lo pruebe!». «¡Prueba esto!»
,bramó su Alteza real con muy mal gesto
y, echando mano de su leal espada,
la descocorotó de una estocada.
Cayó la cabezota en la moqueta,
dio un par de botes y se quedó quieta.”
Mi hija, imaginen, enfadada en el sillón diciendo, eso ni es un príncipe ni es nada… es un pardillo y la pobre Ceni, cabreada pidiendo un nuevo novio, que no sea príncipe sino honrado. Al final con un vendedor de mermeladas se queda tan ancha.
Me reí ayer horrores, leyendo los cuentecillos. Si tienen hijos pequeños no se los cuenten, suelten su sonrisa a solas, ya llegará el tiempo en que los príncipes sean sustituidos por honrados vendedores de mermeladas.
Brisne
Blog de la autora.