Mientras yo preparo el boletín en el portátil, él, tumbado en el sofá, se traga a la vez dos debates políticos en distintas cadenas de televisión. Hace ya un par de inviernos me dijo: El problema de los anarquistas es que os creéis que la gente es buena.
Tiene la atención en la pantalla y yo le miro por encima de la mía. Me preocupa su interés por las cosas de la política, que es algo casi innato en él: cuando sólo me llegaba a la cintura, se tragaba enteritos los debates sobre el estado de la nación. Después, cogía a su hermana y a los peluches, los sentaba en la escalera de casa y jugaban al Congreso de los Diputados.
El viernes pasado cumplió 17 años.
Este año termina el Instituto y ha de decidir qué quiere hacer con su vida.
Historia es su asignatura favorita, seguida de cerca por Economía, y más de lejos, por Inglés y Francés. Las demás no le interesan lo más mínimo. ¡Odio Lengua! ¿Cómo puedes dedicarte a esto? me dice algunos días con rabia. Pero tiene criterio y gran capacidad de análisis, se expresa mucho mejor que la mayoría de los adultos y, cuando está con buenos oradores, toma buena nota de cómo se mantiene la atención de un auditorio.
Hasta hace poco estaba muy convencido de que quería estudiar Historia, pero le apasiona todo lo que suene a militar, y barajaba y baraja irse un año al Ejército antes de ir a la Universidad, por probar. Todo sin dejar de lado la guitarra eléctrica: una de sus metas es convertirse en estrella del rocanrol, para que se joda su padre ausente cuando le vea en un telediario.
Pero de unos meses a esta parte, duda si estudiar Historia o Económicas y, cuando lo consulta conmigo, no sé qué aconsejarle.
Popeye, que fue amigo de su padre desde el colegio hasta que mi ex decidió que había nacido con 42 años y no nos conocía a ninguno, es capitán de la marina mercante, y me aconseja que estudie Económicas y que, si le gusta la vida militar, entre en la Armada y recorra el mundo con el Sebastián Elcano.
El hombre que me habla, que ni conoce a mi cachorro ni le quiere conocer, pero me ha oído hablar mucho de él, es economista y me dice que mejor estudie Historia y después un buen máster en economía: Cuando yo hice el máster, tuve que desaprender todo lo que había estudiado en Económicas.
Mis amigos músicos me dicen que el niño tiene una mano derecha santa y que debe seguir dándole a la guitarra.
Y yo…
Le veo ahí, pendiente de los debates, y me digo que mañana mismo llamo a mi tío, que es periodista, anduvo en política y llegó a ocupar un alto cargo en Defensa hace años , para que hable con él.
Pero cuando entré esta noche en casa y oí su guitarra, me dije que, como escritora que soy, debería animarle sin miedo a que estudie lo que le apetezca y siga trabajando con los dedos.
Terrible dilema.
Puedo hablarlo con él, puedo pedir a familiares y amigos que le orienten un poco, puedo asegurarle que su madre estará ahí cuando lo necesite.
Pero no puedo decidir por él.
Su vida le pertenece.
Mamá
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Tiene derecho incluso a confundirse, es su vida. Pero no a tu costa.