Nadie mejor que Arturo Pérez-Reverte, defensor de nuestra patria, basado fundamentalmente por el conocimiento de sus historia, de sus luces y de sus sombras, de sus años de gloria así como los de su decadencia, motivada ésta por la ignorancia de un pueblo analfabeto y sumiso, auspiciado por la fatiga hacia al trabajo y engañado por los ecos amenazantes de los púlpitos tridentinos.
Nadie mejor que el ilustre Académico de la Lengua Española ha sabido dejar en el negro sobre el blanco, el profundo oscurantismo cultural que asola al llamado “ciudadano” de nuestros días, que no es otro más que el heredero de sus ancestros del diecisiete.
Victimas presentes del vigente slogan de lo “políticamente correcto”; como lo fueron quienes creían en nuestro reciente pasado en aquello “de una unidad de destino en lo universal”.
Sirviéndose de esta ignorancia ancestral, haberlos haylos quienes propugnan por una salida política a la incertidumbre que nos asola por la vía del federalismo, instando hacia el “Estado Federal”, pero sin tener la posibilidad de explicar al ciudadano cuál es su formula, de la misma manera que entrañaba la dificultad en explicar aquello de “una unidad de…” cuyo entendimiento era un imposible; nadie en su mas cabal discernimiento era capaz de entenderlo. Ni antes en aquel panfleto, ni en la actualidad en el que machaconamente nos aturden.
Pero… si es tan fácil como recurrir al diccionario de la Real Academia de la Lengua para saber qué es un estado federal y cuál es su formula. Tan fácil como dedicar unos minutos de nuestro tiempo para saber de qué estamos hablando.
Sólo desde la ignorancia, desde la sumisión del masoquista tan gozoso como cautivo, o desde la irresponsabilidad de quienes creen en la razón de los derechos, pero nunca de sus obligaciones hacia la sociedad que pese a los difíciles momentos que atravesamos de ella se benefician, en definitiva, sólo desde los poseedores del más lerdo de los razonamientos, se puede instar hacia un “estado federal”, que si por su naturaleza es un imposible, por la sabia advertencia de que los “experimentos sólo sean con gaseosa”, está de sobra la añoranza hacia tan bíblico maná que como solución nos ofrecen.
Sólo los estados soberanos son quienes pueden decidirse, y por intereses fundamentalmente económicos, por la creación de un nuevo Estado Federal. Así de claro. El federalismo sólo ha tenido esa razón de ser.
La nación es a semejanza del cuerpo humano que ha ido formándose a raíz de su gestación, adoptando según ha ido creciendo nuevos aspectos, pero siendo siempre el mismo ente labrado en sus genes, por mucho que varíe su timbre de voz, su envergadura o del pasar del cabello frondoso a la calvicie. Pese a estos naturales cambios, siempre será el mismo corazón pese a los achaques que sufra.
Mucho ha avanzado la cirugía en los últimos tiempos, pero nunca se ha planteado un trasplante del cerebro humano para convertir una persona en otra diferenciada.
Lamentablemente, existen cirujanos fraudulentos que al modo de los curanderos, hincan en los cerebros de sus súbditos el bisturí de sus hechizos encomiándoles hacia un Estado Federal.
Más para mutilar al enfermo que para sanarle.
Julio Cob Tortajada
Colaborador de esta Web en la sección «Mi Bloc de notas»
https://elblocdejota.blogspot.com
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