La elegancia del erizo. Por Brisne


La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalillos falsamente indolentes, tremendamente solitarios y terriblemente elegantes.

Muriel Barbery nos presenta en este libro, lleno de referencias filosóficas y literarias, dos universos que chocan. El universo de Renée, portera de una finca en París, y Paloma, hija de un ministro de la República. Ambas conviven en la misma casa y ambas se sienten fuera de la sociedad que las rodea. Renée cultiva su pasión por el arte, la literatura y la música cubriendo su apariencia con los modales que se suponen a una portera inculta. Paloma va llenando su cuaderno de haikus que ella llama ideas profundas desvinculada de la élite a la que pertenece y de la que reniega porque no es tal élite.

Lo más sorprendente de ésta novela es que cada uno de los personajes es un erizo, cubiertos de púas frente a una sociedad en la que no quieren entrar. Tanto Paloma, como Renée, como el japonés Ozu, intentan vivir cubiertos por una coraza en la que no permiten entrar a nadie y no les molesta, al contrario, les encanta saberse únicos y prefieren vivir aislados, sin integrarse.

¿En el fondo no somos todos erizos? Buscamos ser únicos. Pero algunos de nosotros también queremos encontrar a gentes con las que compartir eso que creemos que nos hace únicos pero que no deja de ser una falacia. Al final todos somos primates, sólo que primates modelados por el arte. Ahora que lo pienso mejor, no todos somos modelados por el arte, algunos solo son modelados por la cultura.

Como pega al libro, voy a poner una, los personajes son casi irreales, nadie se plantea que existan personas así en el mundo en el que habitamos. No tanto la niña de 12 años, irreal pero quizá creíble, como una portera como ella a la que se le aparece un hada madrina dispuesta a salvarla. Es curioso vuelve cenicienta, historia tan trillada, escrita , filmada que resulta pelín cansina.

De todos modos merece la pena leerlo, aunque solo sea para masticar de nuevo esa pasión -que comparto, todo hay que decirlo- por los escritores rusos. Apunto como nota, releer o leer este otoño alguna novela rusa.

Y ustedes, leánlo, si quieren comenten sus impresiones. Me gusta compartir mi espacio de erizo con ustedes.


Brisne
Blog de la autora.

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