Nadal, un héroe humano en la excepción del capitalismo. Por Carlos Carnicero


Viendo dejarse la vida sobre las piernas, en cada partido, a Rafael Nadal, uno se alegra de que sea millonario. Nunca me ofendí porque quien se lo mereciera prosperara; siempre me revolví contra los avispados de la vida que crecen sobre fortunas que no les corresponden más que por haber estado en el momento oportuno en el lugar preciso, o por el rigor de una sangre, que cuando transmite fortunas antiguas, creo que están apuntaladas sobre el crimen.

«Rafael Nadal se merece el dinero que consigue, no sólo porque sea el mejor y persevere cada día para seguir siéndolo, sino porque reúne unas condiciones de humanidad, humildad, nobleza y perseverancia: es el resumen de la cultura del esfuerzo y la meritocracia que ha sido sustituída y sepultada por la voluntad de los mercados. Quizá no lo sepa Rafael Nadal, pero es un superviviente del viejo humanismo socialista, democrático, por supuesto.»

Tiene además un discreto deambular por el mundo, es celoso de su vida privada y personal y es difícil recordar de él un mal gesto en un partido perdido.

Muchos le han declarado deportivamente muerto sobre sus rodillas castigadas en cada bola imposible, pero él entrena cada día como si fuera el primero de su carrera profesional y juega cada partido como si fuera el último.

Me gusta el éxito de Nadal, no sólo porque se lo merece, sino además porque es un ejemplo inhabitual de que la excelencia, el esfuerzo prolongado y el mérito todavía tienen sitio en esta sociedad decadente que nos abochorna cada día.
Asociación Canal Literatura

 Carlos Carnicero
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