Mi amiga Isabel de Prada está haciendo un trabajo de campo consistente en una pequeña encuesta o sondeo para saber las lecturas que engancharon a la gente a leer en su infancia y adolescencia. Trata de saber cuales fueron los títulos que nos transformaron en lectores.
Muchas personas acabamos siendo lectores impenitentes, sin embargo, las encuestas que ya tiene, demuestran que en proceso de hacer a uno amante de la lectura, casi sistemáticamente, se inicia en la infancia con lecturas que de ninguna forma, hubieran sido aconsejado los profesores de literatura y que a partir de allí, evolucionamos poco a poco hacia la lectura “más seria”
;a abajo yo voy a exponer mi caso y me gustaría que los lectores me pusieran un comentario contando su propia experiencia, con ello Isabel, tendrá una mayor base estadística y nosotros, quizá cambiemos nuestra opinión sobre las lecturas que la infancia elige por propio impulso.
Expondré mi caso:
Si hay alguien que debieran ascender a los altares, es Marcial Lafuente Estefanía (Toledo, 1903 – Madrid, 7 de agosto de 1984), autor de las populares novelas del Oeste, (yo que tu forastero no lo haría), porque es el responsable que mi generación aprendiera a leer con fluidez.
Con la Editorial Bruguera escribió alrededor de 2.600 novelitas en formato octavilla de no más de cien páginas. Muchos de esas novelas acabaron en el negocio de un “pipero”, profesión que ha desaparecido, que vivían de vender chucherías a los niños, caramelos pipas, chicle, cigarro por unidades etc y además el intercambio de novelas algo así como un Blokbuster de textos, en tercemundista. Entregabas tus cinco o seis novelas y te daban otras cinco o seis a tu elección pagando una cantidad mínima. Por entonces la SGAE no era tn fiera como ahora y prosperaban negocios como la Biblioteca Circulante que todas las semanas te llevaba a mi madre libros, recogiendo los de la semana anterior y “negocios” como el del pipero pues el derecho a la Propiedad Intelectual se limitaba a evitar que se hicieran ediciones fraudulentas y que los autores realmente cobraran en función de la tirada real emitida..
Así en novelitas cortas de papel amarillento y tapas y esquinas gastadas por la lectura de cientos de niños, aprendí a leer rápido, muy rápido, estando en condiciones con ello de comenzar a leer libros más gordos de la biblioteca de mi padre, Emilio Salgari, Walter Scot, Navarro Villaoslada, Hugo Wast y las novelas del oeste de Zane Grey y las novelas policiacas. Agata Cristie, Erle Stanley Gardner,…..
Un ultimo salto antes de comenzar a volar, mi padre tenia en su biblioteca dos colecciones de Aguilar en papel biblia, los escritores del final de siglo XIX, encuadernados en piel roja con un repujado en la piel en la tapa de la cara del autor y los premios Nobel encuadernados, (muy mal), en plástico turquesa. En la primer lei en especial a Pio Baroja, Blasco Ibáñez, Pereda,…. y autores ingleses Oscar Wilde, Bernard Show, ….. y los premios Novel, Jensen, Pirandello, Churchill, Pearl S. Buck,…..
Aparte había otros muchos libros con otros autores como Wodehouse, Thomas Man, Novelas y teatro de Jardiel Poncela, Stefan Zveig …..
Apartir de ahí yo comencé a comprar mis propios libros, iniciando la biblioteca con novelas policiacas y terminando con libros de bolsillo de las colecciones Austral y Alianza Editorial, seleccionados de una forma caótica y poco reglamentada, siguiendo en cada caso los impulsos de cada momento y lo que encontraba en las librerías y kioskos a mi paso, pues entonces en los kioskos siempre tenían libros expuestos.
He leído mucho porque he sido viajante y no tenía mucho que hacer desde las ocho que acababa mis visitas comerciales, hasta las doce que me dormía en el hotel, En una semana de viaje a lo mejor caían diez libros, porque como dije leo muy deprisa
Nunca podría haber leído todos esos libros, sin el entrenamiento en la lectura que me produjo Marcial Lafuente Estefanía
Felix Maocho Lanes
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