No podía faltar a la cita. Por segunda vez y coincidiendo con la festividad de Santa Filomena y con la superluna de Esturión, fase lunar que ayudaba a los indígenas americanos con la pesca de este pez en ríos y lagos, se celebró ayer, 12 de agosto a las 21:00 horas, el II Trail de Guadalfeo en Órgiva, capital de la Alpujarra, enclavada en la parte más sur de Sierra Nevada y de gentilicio y de forma coloquial entre sus vecinos: “hueveros o hueveras”.
Durante el recorrido que partió puntual, como debe ser, de la ambientada, concurrida y ornamentada plaza de la Alpujarra, el/la Ticorunner irá descubriendo, de a poquitos, como también debe ser, los tesoros que le brinda esta capital, y démosle al César lo que es del César, siendo honestos, los guarda y los atesora en abundancia.
La Biblioteca o Aula Cervantina AGUSTÍN MARTÍN ZARAGOZA, ubicada en el mismo punto neurálgico que de toda la vida han sido las plazas para sus pueblos, y desde donde recogíamos los dorsales, reúne una colección del Quijote promovida en 1967 por el mismo Martín Zaragoza, en más de ochenta y dos idiomas. ¡Ahí es nada! Y en la misma Alpujarra, comarca que ha enamorado, enamora y enamorará a los extranjeros que la visiten y que de entre otros muchos destinos la elijan, y que al final y con la hospitalidad que se les presume (doy fe) a los Orgiveños, se sentirán como un alpujarreño más.
El que se decida a venir a disfrutar de las perlas de este pueblo, tiene dos variantes a elegir, a gusto del consumidor: entre la carrera más asequible y cómoda de 6kms o la ruta de 12 kms, siguiendo ambas el curso del río Guadalfeo que da nombre al Trail, bien en terrenos hormigonados o de campo. Los más aguerridos y valientes eligen la más esforzada y un poquito más exigente, teniendo en cuenta que Lorenzo no nos da tregua en casi toda la península desde que empezamos a familiarizarnos con las manidas palabras de “cambio” y “climático”,
Ayer, con el tiempo falso, que decimos los que venimos del norte cuando especialmente el cielo no se define, como si fuese protagonista de El perro del Hortelano, que como sabemos, ni come ni deja comer, y significa que hace calor, pero está nublado, la sensación térmica, con la condensación de aire que provocan las nubes era mayor y la luna, para sacrificio de los corredores, apenas se distinguía. Menos mal que ayudaban los frontales, el alumbrado de Órgiva y los aplausos y ánimos de las familias, de bien, dispuestas en las aceras con sillas para apoyarnos. El recorrido se hace incluso mucho más amable con los “orgiveños” y con la apacibilidad de algunos de sus pintorescos cortijos y suculentas villas que despiertan sanamente nuestra envidia y al mismo tiempo también nuestro olfato porque de sus muros cuelgan, gracias al gusto suculento de sus dueños, alguna buganvilla o algún azahar o galán de noche.
En la plaza del pueblo, además de poder leer algún poema de entre sus muros, lo cual dice mucho de su vida cultural, encontrarán dejando atrás la cabeza de Cervantes, una preciosa fuente de botijos que parece resuenan y los hibiscos amarillos, un azulejado con un mapa de Órgiva y de sus alrededores, engalonado todo éste en la parte inferior por la sutil presencia de los geranios, que pobrecitos, también resisten, con denuedo, al calor imperante. Todo un exquisito disfrute para nuestro cuerpo, el espíritu y sobre todo para nuestros sentidos. Se lo prometo. Vengan a comprobarlo.
USUE MENDAZA
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