Allá entre los riscos el viento gemía
y entre los pinares el río cantaba;
un beso amoroso de savia le daba
a los olivares de mi Andalucía.
Sus ojos de plata cubrieron de anhelo
una luna blanca de hielo y de frío;
tierras de Jaén cruzaste ancho río,
bajo las estrellas del inmenso cielo.
Refrescan tus aguas el calor del día,
mientras el imperio de la media luna,
se oculta en el tiempo temblando en la cuna
del hermoso embrujo de tu fantasía.
Luego en tus orillas, huellas de la historia,
dibujan un tiempo lleno de esplendores;
Córdoba «La grande» te vistió de flores,
de dicha, de honores, de laurel y gloria.
Continúas tu cauce vivo y transparente
y, fiel a tu instinto, lleno de osadía,
cruzas ese puente de piedra que un día
Roma, construyera bajo la corriente.
Un Genil ferviente dejó en tu regazo,
sus aguas y aquellas que el Darro entregaba;
cuando te alejaste de Palma, lloraba,
hundiendo en tu lecho su alma y su abrazo.
¡No llores, Giralda! ¡El río te adora!
Quiere saludarte y besar tu mano;
muy pronto a Sevilla llegará temprano
para ver tu traje de cristiana y mora.
En un gran silencio, como una escultura,
temblando de frío la Torre del Oro,
recela en tu espejo cual vivo tesoro
que guarda el secreto de su arquitectura.
Tú, que me has querido como yo te quiero,
lo que tanto amaste no podré olvidar;
allá por Sanlúcar, con ansia te espero,
eres ya el reflejo del cielo y el mar.
——–
Juan A Galisteo Luque
Del poemario: Versos de luz y sombras
Derechos registrados.
Preciosos versos que van fluyendo, cantarines, por todo el cauce del Guadalquivir. ¡Qué orgulloso se sentirá con ellos, poeta!
Un fuerte abrazo, chavalote 🙂
Bueno amiga, los ríos… y ya lo inmortalizó Jorge Manrique, son el paisaje de la propia vida misma y su cauce, la fuerza de su espíritu hecho obra.
Te envío otro abrazo Mar.