BOSÓN DE HIGGS. Por Ana Muela Sopeña

 

Mesones sobre letras y presagios
que hablan de misterios insondables
sobre pupilas blancas, sin heridas.

Bariones adheridos a materias
que trazan sobre mundos intangibles
la belleza del alma en movimiento.

Hadrones en la danza de los seres
que buscan el inicio
de la visión de luz
en el origen…

Los quarks en su naufragio
acelerando a Gaia hacia los límites
de la velocidad del infinito.

Y de pronto un bosón
que puede ser de Higgs o de otro tipo.

Entonces los humanos abrazan con su hálito
la ruta de la estrella, para soñar que son seres creadores.

El Aleph se entremezcla
con burbujas de caos,
en un fractal inquieto y desbordante.

Ahora somos uno
resonando al unísono del fuego,
adn que pulsa con galaxias
su estructura absoluta de Big Bang.

Lo oscuro se disuelve
sobre cama de cuásares.

Vislumbramos caminos,
más allá de esta octava tan absurda
de la depredación y la locura.

Abrazamos sin dudas ni demoras
el potencial del cambio entre las sombras.

Ese bosón de Higgs o lo que sea
es un recordatorio, nada más,
de la gran explosión del universo

que aún sigue sonando
en nuestro ser oculto.
Ése que no ha perdido ningún sueño,
ése que no es esclavo sino rey
de un universo atómico.

Partículas pequeñas, diminutas,
que nos recuerdan ahora
nuestro pasado lúdico
en creación constante.

Hematíes dispersos,
leucocitos,
plaquetas
y un sentir
que se mueve en el baile
de púlsares, planetas, asteroides.

Centrífuga la luz en su belleza
nos llena del asombro de estar vivos…


Ana Muela Sopeña
Blog de la autora

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