¿Te propones arrastrar de nuevo tu cuerpo por ti mismo?
Friedrich Nietzsche
Corpore.
Algo invertebrado me brota
del vientre fecundo donde cuerda,
quemo el fuego de saberme prisionera entre piel y tuétano.
Mis tobillos sudan las piedras que me quedan por pisar,
para caer mil veces, para levantar
millones de códigos universales.
Todo es ser en medio de un cuerpo;
inolvidable filantropía del universo.
Voluntad perenne adulando la puesta de sol,
yo me levanto una y otra vez de estas praderas de arterias habitables,
recorro gargantas interminables de silentes fortalezas.
Soy materia en una forma, sensitiva muestra
de sustancia, conjunto armónico.
Campos de juncos equilibrando ese «ser sabedor»
son mis piernas extenuadas por un viaje
a golpe seco de sangre escalando músculos.
−Sangre, somos sangre en un «todo» cósmico−
como sangran las hojas en otoño,
o la piel del acantilado
honrando crepúsculos.
La sumisión de los brazos regresa a mí
cuando intento abarcar mares,
fina lluvia que gota a gota
pone en su lugar lo arrogante de esos posibles.
Todo es matriz inesperada,
todo santificada materia
besando la gruta de los peces impávidos
que colonizando van mi estómago.
Pues soy vertical cascada de hojas espejadas,
de vitales aguas, de helechos donde lavo mis labios
para que aseados digan todo aquello que todavía no han dicho.
La media luna de mis uñas sonríe noches.
Justa medida de lo oculto,
nada saben de cielos
y
señalan errantes veredas de redenciones.
Todo es cuerpo en medio de este cuerpo.
Nada me sobra, todo me basta.
Cercana me sorprendo hija de un aliento que va muriendo,
allá justo donde renazco.
Soy ovillo placentario rescatando patadas
de las tinieblas.
Desierto habitado por la forma. Como pluma abarcando
la incontrolable ansia naciente del poema,
así mi cuello
sujeta ojos de nodrizas en la hambruna de una guerra
que ha dejado de pertenecerme.
No lucha mi piel contra el alma dominante
lo inmortal calienta infinitos
lo mortal espera y espera la hora del abrazo.
Así es el cuerpo,
ser que somos,
esencia perfumada de efluvios que nos sustentan,
sagrado, combativo.
Sueño divino cumplido en el «no tiempo»
cayendo hoja a hoja en almanaques estacionarios.
Como el árbol, soy como un árbol, sin temor a la
gélida puesta en escena.
Así es el ser,
el despertar del dios que todos llevamos
dentro.
Abandonar el cuerpo en medio de la noche
y regresar a la luz.
Pilar Gorricho
Ay, Pilar, ay… Tan bello como duro.
Duro, pero me quedo con este verso: «yo me levanto una y otra vez de estas praderas de arterias habitables,». Y, por supuesto, con su final de luz y ese «despertar del dios que todos llevamos / dentro.»
Somos cuerpo, con todas sus miserias, pero una llama divina es la que nos mueve.
Un abrazo.
«quemo el fuego de saberme prisionera entre piel y tuétano».
La consciencia del espíritu, la consciencia del ser.
Es sublime, no hay nada más que añadir.
Un abrazo .
Muchas gracias a las tres.De verdad que no tengo palabras de agradecimiento al trato tan amable y correcto de mi humilde aportación.Asi como del respeto y sapiencia de ustedes.gracias