La Luna en el cielo
dormía y soñaba;
soñaba despierta,
reía, lloraba.
Milenios de invierno,
sola se pasaba
temblando de frío,
sin techo ni abrigo,
sin manto ni almohada.
Acercó la Luna
su luz plateada,
y allí, en el abismo,
dejó al descubierto
un manto de estrellas
que a sus pies llevaba.
Yo, que ya sufría
de un ligero insomnio
que no me dejaba
dormir por las noches,
invoqué a los cielos,
al Dios, que de niño
con celo adoraba,
y dejé un suspiro,
que irrumpió el silencio
en el bello espejo
de la madrugada,
De luz y de sombra,
vestida de gala,
esperando humilde
que el Sol la observara
por el ancho cielo,
la Luna, enseñaba
su velo de novia.
Después, sonriendo
besó mis mejillas
con su luz dorada,
y así, desde entonces,
en cada alborada,
con ese misterio
de musa callada,
la observo en silencio
por el Universo,
entre rizos de oro
y auroras de plata.
——
Autor: Juan A Galisteo Luque
Blog del autor.
Que cosas más bonitas dices de la luna Juan.
«y allí, en el abismo,
dejó al descubierto
un manto de estrellas
que a sus pies llevaba.»
Me embruja la luna y Galisteo 🙂
Muchas gracias, Maria Luisa por todo.
Y si la luna y yo te embrujamos, es porque tú, también te lo mereces, ya que nos transmites a ella y a mí, todo tu encanto.
Un abrazo. Juan.