Hoy extraño la lluvia.
Que me interrumpa el rostro.
Que me cruce el cabello y me recorra
con sus pies diminutos,
trastolillo travieso de fértil inocencia.
Añoro la escritura de las nubes
en el marco absoluto de mi nueva ventana.
El camino de vuelta se hace largo.
Ya traspasado el puerto,
la meseta se desnuda en lo imposible.
El adiós es tan trágico
como el telón oscuro de una breve tormenta.
Mas volverá a brotar la flor de los magnolios;
las redondas hortensias dejarán al otoño
vestir de azul la tarde.
Yo las veré muy pronto,
cuando cruce la puerta
del tiempo y la ciudad.
Y lloraré entre sueños la luz verde del valle,
el camino, la mies,
el perfil de las brañas,
las hojas de los robles,
la arista del hayedo,
la frutilla inmadura del serbal,
la certeza del río y de la piedra,
la vigilancia activa de los pájaros,
tiernos desconocidos que dominan
con su voz el estío.
Y, en la noche,
otra lluvia de estrellas invisibles
derrotará el dolor y acogerá la escarcha.
Te esperaré en el eco.
Te ataré para siempre a mi vieja ventana.
La poblarán las nubes esponjosas
que culminan el monte
vecino y misterioso.
Y cantaré en silencio
a lo cierto y querido.
Elena Marqués
«Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú eres nostalgia de la vida buena «. Así lo dijo Machado, y tú con otra experiencia y otra voz, cuentas, en esencia, lo mismo: la frustración y la tragedia que sentimos cuando abandonamos lo que ha sido —como tú misma lo llamas— el paraíso. Y te rebelas, nos rebelamos, a la pérdida de nuestra Arcadia, de nuestra felicidad. Pero la vida sigue y sus caminos también, y el recuerdo ayudado por la magia de las palabras es lo único que, quizás, nos ayude a sobrellevar el desgarro. Bellos versos, bello poema y bello recuerdo.
P.D. Los caminos siempre son de doble sentido, luego la vuelta es posible. Te espera.
Elena, recorrí el paisaje, las descripciones con sus imágenes y me dejé llevar por el poema, un gusto leerte.
Un abrazo
Betty
Que regreso Elena!
Llegas como agua de manantial empapandonos de frescura, transmitiendo la pureza y belleza de un entorno que a buen seguro han encontrato en ti la receptora perfecta.
Bienvenida y felicidades por lo que nos regalas de nuevo.
Porque cada minuto pasado es un recuerdo, un sentir rememorado, una ventana que se cierra mientras se abre la del minuto próximo.
«Y cantaré en silencio
a lo cierto y querido.»
Y yo Elena, y yo también.
Precioso.
Esa nostalgia… hum… esa morriña que nos cala el alma como esas gotucas de pies diminutos 😉 Conozco un lugar donde las nubes escriben palabras impolutas, sanadoras, casi chamánicas… y donde las estrellas, todas las noches, todas (aunque se escondan detrás del satén de las nubes), dibujan horizontes de esperanza y salitre… ¡Bella, Mágica, Mítica, Infinita! ¡Única!.
Gracias, Elena, por pintar de nuevo con tus palabras mi amado Norte.
No llores entre sueños, Elena, la ausencia de la luz verde del norte, ni la añoranza de la lluvia, del río o de los pájaros. Todo te lo llevaste prendido en la retina de tu alma… Y tu silencio sonoro volverá a lo querido y a lo cierto, sí, pero siempre con la caligrafía de las nubes y esa luz del magnolio en tu ventana.
Y nosotros lo seguiremos disfrutando.