Desencanto. Por Paulo H. Plasencia

 

Desencanto*

Ni los ruiseñores ríen,

ni las nubes lloran,

ni el viento tiene memoria:

el mundo no siente.

 

Ni el río gime,

ni las fuentes silban

ni hay ninfas ni cupidos:

el mundo no habla.

 

Nos ha quedado un desierto,

el páramo corrosivo

de lo que siempre es;

y ahora estamos solos,

sin lo inefable,

sin fuego en el hogar;

valientes náufragos

del desencanto.
Desencanto
 Paulo H. Plasencia

*Homenaje al naturalismo de «Alberto Caeiro», de Pessoa.

Paulo H. Plasencia

Filósofo de formación. Fan de Pratchett, Baudelaire, Kafka, Balzac, Tolkien, Lovecraft y del gran Aristófanes. Friki sin remedio. En lo profesional, me dedico a la redacción freelance y al marketing digital.

4 comentarios:

  1. Andamos un tanto perdidos, sí, y a la deriva, faltos de poesía y autenticidad.

    • Paulo H. Plasencia

      Hola, José, muchas gracias por tu comentario. Efectivamente, estamos cada día más perdidos y en un cosmos que parece más y más diferente a nuestro hogar…y, a la vez, no deja de serlo. Es lo de Albert Camus: un mundo absurdo de partículas caótica donde nos sentimos extranjeros, aunque estemos en casa.

  2. Un desencanto cantado con mucha frescura (y encanto). Se agradece. Enhorabuena.

    • Paulo H. Plasencia

      Hola, Carmen. ¡Muchas gracias por tu comentario! No hay nada mejor que expresar un pensamiento filosófico (a veces, muy lúgubre y nihilista) por medio de la miel de la poesía. Ahí tenemos a Lucrecio y su poema, que es un canto a la mismísima realidad.

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