Formentera
Copas coloreadas de espuma desbordante
bañando su cuerpo, batiendo las alas
sobre aguas azules que espejean.
Luz dorada ascendiendo por sus piernas
y su exquisita belleza, tiñéndola, poco a poco
de un amarillo oscuro, volcánico.
Y yo, ensimismado, volando de un éxtasis a otro
hasta que, en un instante, me pregunto
cómo diablos se desabrochará un trikini.
El peligroso
Olvida todo de un día para otro,
nunca llega a mañana.
Jamás paga sus deudas,
prefiere olvidarlas.
No tiene medida, es un festín continuo
de adicciones perversas.
Asume todas los vicios que pasan
pero ninguno le destruye
(total, ya está destruido).
Este hombre se las sabe todas,
pero nunca aprende.
David Martínez Garrido
Hoy nos regalas un contraste: toda la luz de las islas y la complicada frivolidad de desabrochar un trikini junto a la oscuridad del mendigo. Sabia la observación última: se las sabe todas pero nunca aprende.
Un abrazo.
Dos diferentes propuestas. He de decirte que la primera me ha arrancado una sonrísa; me ha sorprendido el juego inesperado en el que concluyen las líneas. En la segunda, de acuerdo con Elena, también opino que tiene un gran final.
Gracias David. Un abrazo.
Cuántos habrá que la belleza de la naturaleza no los distrae de la otra: la humana. Ingenioso. Nunca me había preguntado cómo se desabrocha un trikini.
En «El peligroso» opino como Elena y Amelia. El final es genial. Un beso, David.
Precioso. Con mucho sentimiento aunque ligeramente caótico. No estar unidos no quiere decir que tengas que hacerlas desaparecer, seria como un comportamiento poético infantil.
Bella descripción de Formentera, si cierras los ojos y dejas la mente en blanco, notas el viento mecer la melena, huele a salitre y te sientes a la orilla de una cala, eso si, para terminar con un toque entre «pillo y gracioso» del trikini.
Y no se si este autor sabrá desabrochar un trikini pero hay algún@s q son incapaces. 🙂 🙂
Muy bueno!!