El canto de la sirena. Por Juan A Galisteo Luque

Sirenita noble,
mi dulce sirena,
de canto profundo
y sonrisa plena.
¡No alcances la playa!
¡No cruces la arena!
¡Ten mucho cuidado,
sirenita buena!

En estos lugares,
aquí en las riberas,
donde el mar extiende
sus barbas de seda,
se encuentra escondido
dentro de una cueva,
un tritón marino
que observa y que espera.

Entre los escollos,
siempre nos acecha;
se traga a los hombres
que engaña y apresa.
Y entre caracolas
disfrazado llega,
con collar rosado
y escorpinas negras.

Ya en el horizonte,
igual que gacelas,
surcan los delfines
las vivas mareas.
Y tú, niña hermosa,
vestida de perlas,
no quieres marcharte
porque tienes pena.

Sirenita amada
de risa serena,
ojos de rubíes,
cara de princesa.
¡Ahóndate en los mares!
¡No salgas afuera!
¡Vete para el fondo!
¡Deja las estrellas!

¡Huye y no me olvides!
¡No beses la arena!
Que aunque yo te adore,
aunque tú me quieras,
debes de adentrarte
y nadar dichosa
allende las aguas
de tu mar profundo;
sirenita noble,
sirenita buena.
——

Juan A Galisteo Luque
Blog del autor
Del poemario: Versos de luz y sombras
Derechos registrados

2 comentarios:

  1. Qué lindos versos, Juan…

    Mientras los recitaba, se me ha dibujado una gran sonrisa pues me acordaba de lo que te dije esta mañana, que pensaba que era la película… y no me he equivocado ¡porque este poema es un cuento de cine!

    Sí, las sirenas son curiosas y muchas veces quieren saber como viven los humanos en la tierra, cerca de la playa… Pero ese impulso puede acabar con ellas, están más seguras en su casa marina 🙂 tocando sinfonías en las conchas, bailando con los caballitos y bebiendo el néctar mágico a base de ‘hidroalgas’ de las conchas 😉

    Besotes marinos de una amiga de las sirenas…

  2. Gracias chavalota:

    Ya te comenté que cuando estuve este último fin de semana paseando por una playa cántabra, escuché el canto de una sirena, algo así como una especie de lamento, que cautivó profundo mis oídos.
    Tú ya sabes porque eres una gran escritora, que la mayoría de las veces no inventamos nada, solo expresamos con letras lo que escuchamos por dentro.
    Esta vez fue una sirena y me habló mucho de ti y muy bien ¡por cierto!

    Te envío un beso grande. Juan

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