Has entrado en mis noches como entra una tormenta,
te has abierto camino con tus fauces de lobo
y mantienes despiertos mis párpados cansados
que buscan en la altura notas de tu mensaje.
Has llenado mis días de ansiedad y de versos,
poblando cada átomo de una nueva esperanza,
ya sólo pienso en ti, delicada muñeca,
repitiendo tu imagen que escapa a mis sentidos.
Has colmado mis tardes de néctar delicioso,
has clavado en lo hondo de mi entraña imperfecta
la espina dolorosa que tanto me tortura
y tanto me alimenta de sueños venideros.
Has dejado en mis horas un viento repentino
que barre con un soplo tanto aroma gastado,
ahora estoy respirando el frescor de tus alas
que corre por mis venas en loca algarabía.
© Juan Ballester
Recordando al autor desde su Blog
La memoria de Juan y por Juan, no solamente está representada por cada uno de los afortunados que tuvieron la suerte de conocerle. Más allá del recuerdo de su ser y paralelamente a su calidad humana, están sus poemas.
Leyendo este, uno se funde en emoción con su recuerdo; ese que para todos los que le quisimos y admiramos de corazón, incluso en la distancia, veneramos.
Este poema es sencillamente maravilloso. Como él lo fue.
Perdemos a grandes escritores (ayer, lunes funesto para las letras), pero su obra sigue viviendo. Dejémosla siempre arder en nosotros.
Las personas pasamos, pero la huella y su belleza permanece.
Cuando la emoción se hace palabra la voz tiembla y se hace susurro, carece de estridencias. Y la música acaricia, no retumba. Poesía verdad se llama este don.