El muchacho y el imbécil. Por DoctorV

El muchacho y el imbécil

 

El muchacho y el imbécil

sonríen mientras apuntan con su arma

a un pajarillo.

El ruido de la muerte desplaza todo sonido.

 

El dios estúpido y cruel pisa con fuerza

sin advertirlo apenas. Tanto da que así lo hiciera.

Las llamas juegan con los niños; les gustan las cicatrices

porque siempre están hambrientas.

 

La luna llora en silencio, y se aleja cuanto puede

(un poquito cada milenio).

La locura de un dios enfermo

lo convierte en un suicida

cruel contra sí mismo, impotente ante su propia estupidez

en apariencia interminable.

Espejos,

espejos,

espejismos deformes y voraces.

Sólo hay espejos frente al dios suicida

mientras duerme en su colchón de papel moneda.

Todos los necrófagos acechan escondidos en sus madrigueras,

huelen la muerte que llega y sabrán que habrá de sobra.

El árbol muere en silencio sabiendo que ganará la lucha.

Habrá un después de tierra fértil y arroyos transparentes.

 

DoctorV

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