Hoy obviamos palabras, sólo nos invadimos
tumbados en la noche sin nada pronunciar,
y hambrientos y sedientos la savia nos bebimos
ávidos de silencios, gastados de besar.
Y así, sin mediar gesto, fuimos los impulsivos
viejos adolescentes con ganas de sentir…
de tener cada uno los cuerpos abrasivos,
de someterse al tacto, de seguir y seguir.
Y en ese movimiento brutal, desesperado,
fuimos dos animales buscando el anhelado
alivio que le diera la paz a nuestra piel.
Y después del tremendo, desatado estallido
uno en brazos del otro se desmayó dormido….
con algo de tristeza… y un regusto de miel.
Marcelo Galliano
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