Contemplo con deleite esa melena
con la que el viento se ocupa voluptuoso,
Esa mirada azul con que tus ojos
azulean el mundo cuando miran
y los labios sangrientos, que a tu cara
dan fingido candor cuando sonríes.
El seno encantador, redondo y breve,
de hermosura graciosa y deslumbrante,
y ese cruce de piernas con que aplicas
el hierro al rojo vivo del deseo,
a cuanto incauto se acerca a tu figura.
Mas, recela, hermosa Eva y desconfía
pues frente a ti, bebiendo un cubalibre,
mirándote muy fijo, ávidamente,
he visto sonreír al hombre lobo.
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José M. Araus