En el día borracho de luz,
mi corazón sufre, bosteza y espera.
Y mi amor ofende al hombre que amo.
Estas campanadas no anuncian la salvación
y por doquier se esparce la ceniza de la muerte.
Hay flores, sí, que dulcifican la mirada que aún se afana,
mas en todo fue declarado lo dañino.
Este día abre sus manos
como un niño perdido en un jardín.
Este es el ovillo que poco a poco se desdevana,
un lugar para ser traspasado
por todas las saetas de los ángeles de Dios.
Y el regreso es imposible.
Las lágrimas siempre lavan el ojo,
pero algo debió haber sido resuelto
en el álgebra del mundo.
Quizá una taza bebida antes de enfriarse;
una suela que comienza a abrirse;
un hombre sentado en un puente que no está temblando.
Aleqs Garrigóz
Para mí, que estoy volviendo a leer poesía, un gran descubrimiento.
Un abrazo.
Esa suela que empieza a abrirse de tantos pasos; lo dañino declarado en todo.. Y sin embargo la esperanza entre líneas, y la capacidad de volver a llorar y no endurecerse ni tambalearse. Como ese puente que une las dos orillas de nuestro mundo manteniendose firme.
Yo también acabo de hacer un gran descubrimiento en forma de brisa cálida.
Muy grande.
El peso de la vida, a pesar de la luz… Pero al final hay esperanza. Triste y precioso.