Lluvia y soledad,
silencio y crepúsculo,
el verso yace dormido sobre el atril,
sobre el recuerdo del poeta errante
que camina hacia la vida sin meta alguna.
Humedad que cala hasta los huesos,
que se autoinvita a instalarse
a pensión completa,
como aquella mirada que no se olvida,
como el cuerpo solitario y desalojado
sobre una cama de hotel barato,
todo recto, torciendo en la esquina.
Poema sin hilvanar,
alcohol perenne en las venas,
sabor que no se olvida y caricia
que se precisa antes de un punto final.
Y qué lejos…
Cuán lejos tu sonrisa y tu mirada,
aquella hoja en blanco donde trasladar
en palabras errantes lo que no se dijo
en el preciso instante de tu abandono.
Y ya es tarde…
Y el reloj, implacable tic tac,
baja el telón y apaga las bambalinas,
las candilejas de estos mis ojos,
húmedos de lágrimas,
ávidos de tu cuerpo…
Y yo, poeta marchito,
sabedor de un destino incierto,
vagando por el recuerdo de tu cuerpo,
añorando aquella noche de pasión
bajo la luz de la luna y tus palabras…
Tus suspiros, tus anhelos,
tuyos y míos,
tuya la vida entonces,
mío el abandono ahora,
nuestra… aquella historia de amor
que yace en el olvido del asfalto
iluminado tenuemente
por luces de neón.
Y a lo lejos…
El maullido del gato que le
canta a la luna,
como un poeta callejero,
como un amante herido,
como mi reflejo en el espejo
de cada mañana.
(c) Isidro R. Ayestarán
EL CABARET DE LOS SUEÑOS
https://cabaretdeisidro.blogspot.com/
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Mil gracias, Yolanda.
La verdad es que lo escribí durante el descanso de uno de mis ensayos.
La de esta noche será mi última actuación de la temporada. Un descanso escénico para volver a mis quehaceres literarios, lejos de la música de cabaret, las boas y demás artilugios…
Pero amenazo con volver.
Saludos y besos!!!!!!
Hermoso tu poema, humano y sencillo, con su sabor abuhardillado y de estilo único de bohemio, de caminante infatigable por la vida, tras un silencio de espera y de recuerdo.