Tenías que seguir…
no te bastó romper, en la memoria,
el espejo de un tiempo que fue tuyo.
Tenías que volver con tu piel de mendigo,
con las manos abiertas,
igual que una ventana sin cristales,
a pedir tu limosna de calor.
Tú quieres convencernos de que el tiempo
no traiciona a los niños,
de que existe una luz en el abismo
de todas las mentiras.
Tú que dejaste el sentimiento humano
colgado de un futuro evanescente,
pretendes acabar con esa inercia
de las horas caídas.
Sin embargo
siempre hay alguien oscuro que te echa de menos,
porque la Fe resbala por tu espalda
y te convierte en Dios
disimulado.
Tenías que volver a incendiarnos los ojos,
a cambiar el sabor de los estímulos
en la boca pequeña del consuelo,
a llenarnos de ausencia la botella
de los sueños vacíos.
Luis Oroz
Blog del autor
Me encanta tu poema, ¡enhorabuena!