Fue el calor de un instante, la dulce melodía
cuyo acorde postrero ni yo lo suponía;
y fue, cómo explicarlo, el agua entre los dedos
o una canción de cuna que muere en tonos quedos.
Y así, tempranamente, supe lo que es perderla
mas sin poder, acaso, llegar a conocerla;
porque fue entre mis manos una brasa encendida:
era quemarme vivo… o darla por perdida.
¿Era ajena? ¿Era mía? Ya llegará el mañana
donde una voz responda cada pregunta vana;
o quizá simplemente se pierda en el olvido
esto que ni vivimos mas dimos por vivido.
Adiós nos dirá el tiempo, tal vez una sonrisa
borre el llanto que nunca pudo secar la brisa.
Y lo poco que fuimos… por más que el alma tema…
será una frase torpe perdida en un poema.
Magnífico. Por poemas como éste, las tardes se me hacen más agradables. Gracias.