Hoy
Hoy hay una aurora boreal cual palma;
soy, mientras dure este poema, una esotérica
que jura haber leído en ella el final de todo,
un final que me respira en el oído
y me late en las sienes,
un final cuya cercanía me intimida.
Sé que sólo he fantaseado,
que estoy levitando entre mis sueños,
y que cuando vuelva no habrá aurora
ni final;
pero mientras,
mientras,
siento que me he bebido el mar
y el cosquilleo en mi paladar,
y las palabras prisioneras en mí
son una alerta: se desbordará,
me desbordaré
y el presente será un náufrago.
Todo buen corazón aledaño
será hecho pedazos
y arrastrado por mis corrientes
y no habré visto peor desastre en la vida.
Todo buen corazón aledaño
tendrá justificación para odiarme
y yo también para hacerme lo mismo.
Hoy no podría sentarme
y extender los brazos si lloviera,
nada me caería porque me lo he ganado,
nada me caería para regarme
y sería justicia, si me seco sólo por hoy,
sería justicia.
¡Cuánta dificultad hay en reconocer
que uno se merece sus desgracias
porque éstas llegan en noches
donde sonámbulos vamos por ellas!
¡Cuánta dificultad encuentro en darme la cara
ahora que si pudiera me daría la espalda!
Hoy no quiero que la noche toque a mi puerta
y que me enfoque con la luna,
hoy quisiera ser yo la neblina
y que la verdadera neblina fuera
el rugir del viento que me disipara;
tan sólo por hoy, por esta noche, quisiera no existir,
saltarme un día del calendario,
regresar mañana con una motivación,
porque hoy no quiero ni verme,
hoy sólo puedo decirme que me he fallado
y que, aunque me quiera, tengo que darme tiempo para perdonarme.
Chalico