Otro jueves que pasa en el fiel calendario,
otra tarde de charla, de café, de sonrisas,
del juego de los niños, de la brisa en el rostro,
de miradas que hablan y de labios que callan.
Otra tarde de ocio en día de descanso,
compartiendo el instante sin preguntarnos nada,
quizá, íntimamente, deseando otro jueves
u otra tarde de asueto de un festivo cercano.
Pero ayer, ayer jueves, no fue un jueves cualquiera,
fue algo más que una tarde templada de febrero,
fue la inquieta presencia de un duende entre las manos,
fue cascabel sonoro que repica en el alma.
Nunca una despedida unió tanto dos almas,
unió tanto dos cuerpos que apenas se rozaron.
Tus labios y los míos se encontraron, furtivos…
a la felicidad, ahora, hay que llamarla jueves.
Ana Mª Álvarez Barroso © 2010
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