La ciudad es presagio. Por Ana Muela Sopeña

La ciudad es presagio de la música
y me lleva por centros de nostalgia,
donde el mundo se vuelve casi un útero.

El hogar me contiene
en la niebla que sabe de soledad dispersa,
en la noche de lluvia silenciosa.

Las aceras me hablan de cenizas
donde los muertos oyen la realidad distante,
en la memoria abierta a las raíces.

Un árbol me hace señas y yace abandonado
en las horas secretas del instinto.

La ciudad me sumerge en el naufragio
donde no queda nada más que arena.

La arena deteriora lo que existe
y toda va cayendo por los túneles
de aislamiento creciente en el mutismo.

El frío se hace eco del silencio
y desciende por grutas interiores,
para soñar que todo es de papel.

Hay un caleidoscopio
que nos permite siempre, cada día,
retornar a los años de la infancia
donde el tiempo sin tiempo
danzaba en los espacios de las piedras.

En el tren de los sueños
una niñez dorada toma forma
y estimula mis ojos con la luz.

La sombra de la muerte
planea sin permiso por la herida,
pero un aliento tenue de existencia
expulsa a los fantasmas de lo oscuro.

En campos creadores
aterrizo sin pánico a la historia,
con las palabras suaves de la luna.

 
Ana Muela Sopeña
Blog de la autora

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