Regresas con los días de luz azul,
y los pájaros comadrean a la sombra
cerca de estos pétalos firmes
que olvidaron el paso de tu piel,
el estremecimiento sin tu nombre.
Te posas aquí con tus alas de sonrisa,
me deslumbras con tu belleza y virtud
al libar todo mi amor de las pestañas del azafrán,
y consiento ser el rímel de tu traición,
el carmín que borrarás a cambio de otro beso…
A pesar de que partirás sin despedida,
sin que el peso de tu huella camine mis poros…
Tu dulce poso dormirá la eternidad de la alcoba;
Ese poso que ignoras calará en la piel
hasta envenenar la savia de esta pena
y con la ausencia de tus alas y mis pétalos…
Me marchitaré.
Manuel Brescané, septiembre 2012