Templo, luz dentro de la palabra,
regeneras el alma a cada pulso,
en pétreo muro resonancia
mecida en aire viejo y profundo.
Nunca hueco interior: siempre sentido
bajo la cúpula amplia de la fe,
donde reside el pan de la memoria
y la justicia instruye, centinela.
Donde la atrocidad no halla cabida,
ni residuo, ni excusa en ti,
que buscas en quien te busca:
madre, refugio, te pido…
Que des sentido a mi vida,
que distingas por mí,
toda oscuridad en su grado variable,
tendiendo tu mano clara en mi penumbra.
Y allí, mirando adentro,
completes, descubras,
seas testigo fiel y parte y claridad
contra la ocultación del raciocinio.
Te pido en esta búsqueda,
tan lejos de algún dios,
una Justicia manuscrita y torturada
en las hojas de la historia de los hombres.
Buscándote huérfana de madre voy,
moviendo tierra, sombras y desastres,
llamando a cada piedra de tus muros,
temblando como hoja sobre el aire.
Desesperadamente,
confuso el pensamiento y preguntando:
-¿Adónde me dirijo, Luz, sin ti?
¡Te busco!
en la levedad de ser; donde no eres.
Te encuentro en el sol que amanece,
en la vida que nace, en la mano
que acoge, en la voz que consuela
o en la aguja que sana.
No en quien suplica Justicia sin verte,
sin entender que no estás entre sus muros,
sus cruces de oro y su sagrado
cetro de acomodada piedad.
¿Pero y si eres…
la senda que cruza el pantano,
el viento que abre la puerta,
el río que torna a su cauce?
¿Y si eres, palabra, otra cosa que no Luz,
resumen, ensayo, sentencia pura
del Dios creado por los hijos de la Nada?
María José Martí López
Majomar, desearía que todas las palabras del mundo estuviesen tan repletas de luz y de belleza como las tuyas. Enhorabuena por tu profundidad. Un beso.
A menudo me pregunto si la duda no es la única certeza del ser humano.
Cuántos nombres para la fe, cuántos nombres para la luz y la verdad en esa búsqueda inherente casi al ser ..
Majomar compañera, un abrazo entre líneas tan profundas.
El poema es a veces oración, siempre búsqueda, un grito interrogante que choca con el silencio. Pero en todo momento sentimos esa necesidad, de dios o de justicia, que nos impulsa a sentarnos y escribirlo. Quizás esa sea la respuesta.
Conmovedor, certero, personal y, a la vez, universal tu poema.
Gracias por compartirlo.
Es verdad que parece una oración. Gracias a vosotras por estar aquí, en este instante que pasará muy pronto, compartiendo sin condiciones la búsqueda de la conciencia, puliendo y cincelando como auténticas escultoras, el significado y el sentido de cada palabra y frase. Quiero seguir aprendiendo todo lo que me quede de vida ese arte… (Unos cuarenta y tantos años más, por lo menos).
Unos cuarenta y tantos años más, y ojalá sigamos haciéndonos preguntas y atesorando instantes en busca de esa luz. Hermoso, Majomar.