Las paredes no leen
Nunca me has gustado.
Tan abrupta y mediocre
con ese modo de gastarte
aporreando la pared
ante la mínima sospecha
de existencia al otro lado.
Tus somnolientas horas
de rulo y bata,
despellejando los cadáveres
de aquellos que osan la intemperie.
El hecho de ser como tú,
una taxidermista de la alegría,
siempre he repudiado.
Con tu marido de gorra y sacramento
de profesión calzonazos,
de sonrisa de cuchillo y matanza.
Hoy,
te he escuchado hablar con él
por esa arteria que nos fusiona
con el esqueleto de nuestras rutinas.
Hablabas
del dilema de comer la verdura
con o sin pan.
El pan,
alimentar lo primordial
de las tripas corazones.
Y he pensado
en mi derrota de filosofía de saldo,
en mi poesía afónica y malherida
mis aforismos, en mis alquimias
contra el espanto,
en estos tejados
donde no crecen flores
que no sean de lápida y expiación.
Y he deseado por un momento
ser como tú.
Ser tú.
Y tener una inquietud
que se pueda resolver.
Pilar Gorricho
Es lo que tienen las casas de hoy en día: se oye todo. Y si es a vecinos cotillas e impertinentes, ni te cuento… Además, tú sabes de eso.
El final impactante. Sin embargo, yo te deseo, aunque sea menos poético, «inquietudes que puedas resolver».
Un fuerte abrazo.
Impresionante.
Pero no, no seas como quien habla al otro lado de verduras y pan. Es mejor sufrir, pero estar vivo. Sentir, preguntarse, mirarse al espejo. Conversar con el mundo.
Me encantan tus poemas, ya lo sabes.
Muchisimas gracias amigas. Sois realmente estupendas y me mueve a escribir, me motiva y se que sois sinceras y buenas personas.Gracias y miles de abirazos.