Oscuros gorriones con aspecto rudo,
que cruzáis volando mi humilde ventana,
rompéis en el aire un ronco murmullo,
despertando el sueño de la madrugada.
Con plumaje fuerte, con tosca presencia,
no aceptáis lisonjas, ni halagos fingidos,
de esas vanidades, porque quedan presas
entre los barrotes de otros pajarillos.
Gorrioncillos libres, que vivís saltando,
sin ser sometidos a las crueles rejas,
el mundo os admira y hay quién murmurando
de su bello encanto, luego se lamenta.
Son esas cadenas tan duras, que al punto,
al irse cerrando los sueños alejan,
y en su cerco amargo, en su cepo inmundo,
las locas pasiones del alma te dejan.
Hay algo más noble en estos gorriones
que al viento chirrían sin lanzar gemido,
que comen migajas de cualquier pan duro
ó de las semillas de tantos caminos.
¿Hay algo más bello sin tener belleza?
¿hay una elegancia más sencilla y pura?
ó ¿es quizá, más digna la oculta tristeza,
que esconden las jaulas y sus amarguras?
Si no hay libertades, ¿de qué sirve el mundo?
la inmensa fortuna, los mares, el viento;
Libertad, paloma de vuelo profundo,
como los gorriones, hoy libre me siento.
Juan A Galisteo (Galeote)
del libro Café Boulevard