Atravieso las llamas de tu blanco,
hacedor de tanto amor
en versos sostenidos en tu vacío,
tan bello…tan lleno de metáforas
anticipando la vida.
Quise tenerte siempre para mí:
la próxima palabra, el próximo verso…
Tanto te envidiaba que hundí mis manos
en tus hojas y decidí amarte,
solemne,
precisando el fuego de tu amor.
En mi piel, siempre viva,
afilo las fábulas de tu gran patria,
bailo y digo el mapa de tus letras,
mírame,
reconóceme enredada en las sílabas,
ámame con los ojos de viento,
labios entregados al poema,
siempre al galope de un beso largo
que se clava en tu carne y resurge
al lado de las palabras que me habitan.
Cuadro de Lucien Lévy-Dhurmer
Mónica López Bordón
Blog de la autora.