Los niños venados.Por Salvador Pliego


Tierra de jazmines, aquí nació la voz,
sus alas de jirones, sus rostros entintados,
marcapasos de la vida…

¡Guirnaldas de niños, vuestros papalotes vivos!
Blancos venados brincando
sobre el corazón de río.
Y sobre el camino: papalotes suyos,
papalotes de agua, como sus vestidos.
Niños venados del humo y la niebla,
de la despedida de las golondrinas,
de la retahíla de la luna niña.

Sobre sus sonrisas, sobre las colinas
que atesoran su correr y brincan:
papalotes verdes, papalotes pintos,
fugaces alcatraces del color delirio,
del pigmento regocijo y del serafín mecido.

Corazón de lino mirando su hebra
para colgar las lináceas y atarles su fibra.
Corazón de penca enclavado en el tallo,
cuando se expande rocía un latido.

Papalotes vivos, papalotes mirlos:
que a la luna niña le dieron sus juegos,
le dieron sonrisas de plata en sus dunas,
los niños venados, los niños alados,
pajaritos todos del viento dorado,
de las azucenas en las tardes violáceas,
de los petirrojos en sus camisetas,
de sus coloridas chapas donde plantan las verbenas,
de sus ojos blandos, de sus iris reyes,
majestuosos niños del brincar las cercas,
venaditos siempre, papalotes nubes,
codornices silvestres de naturaleza hilada.

¡Guirnaldas de niños!…
Papalotitos de azúcar de sus dentaduras.



Salvador Pliego
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