Los viernes.
Hoy he visto cómo una paloma
instruía a su retoño en el secreto
de un vuelo silencioso, y lo guiaba.
Le enseñará a no llamar amor
a cualquier destello instantáneo
que le remueva por un segundo
el vientre o le nuble sus ojos
de pez entrometido e insensato.
Son días oportunos, los viernes,
para pensar. Qué días tan aptos
para que uno acierte a comprender
que los recuerdos suelen quebrarse,
que se mudan entristecidas sombras
con el paso de las estaciones.
Y hace ya tanto tiempo, tanto,
_ aunque parece que hablo de ayer_,
que fui aquel hálito transparente
que casi pudiste llamar amor.
No sé qué mueca habré de inventar
tras admitir que fui cristalina
a tus ojos, como el vuelo inútil
de una paloma huérfana, obstinada
en construir su nido en los rústicos
despojos de un tejado cualquiera.
© Juana Fuentes