Maquiavélica. Por Mari Cruz Agüera

cruz-aguera-octubre2014

 

Maquiavélica

 

Llevo un tiempo observando
que habita en los rincones de mi casa
una insistente huésped a la que no he invitado.
Cada día descubro al despertarme
su tenaz letanía
en la tela formada entre los brazos
de una lámpara antigua.
A fuerza de borrar su frágil huella,
con la delicadeza de un plumero,
albergo la esperanza
de malograr tan obsesivo oficio
y que busque un lugar menos molesto
donde extender su trampa.

Pero al prender la lámpara esta noche
y descubrirla con su brega diaria,
y ese caleidoscopio fascinante
que proyecta el tejido a contraluz,
he notado un atisbo de empatía
y cierta compasión por el esfuerzo
de su pulcra celada.

He apagado la luz sin molestarla
y he sentido el deseo
—brutal e irrefrenable—
de ver recompensada su eficacia
con algún que otro insecto.
Maquiavélica Ariadna, al fin y al cabo,
que esconde en la belleza de sus hilos
un camino a la muerte.

Después me he ido al sueño con la firme certeza
de vengar a su víctima,
regresando mañana, sigilosa,
a devastar su laborioso imperio.

 

Mari Cruz Agüera

Blog de la autora

2 comentarios:

  1. Maravilloso poema. Ingenioso, sencillo, original y bello. Me ha encantado.

  2. Me ha sacado la sonrisa y el aplauso Mari Cruz.

    Un abrazo.

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