«—¿Entiendes también que se mate por dinero o poder? ¿Que se mate en la guerra o en una revolución?
—Pero… —repliqué, asintiendo de nuevo con la cabeza.
—Pero los que murieron asesinados en los campos, no les habían hecho nada a sus asesinos, ¿verdad? ¿Eso es lo que quieres decir? ¿Que no había ningún motivo para el odio, que no estaban en guerra los unos con los otros?
Esa vez no asentí. Lo que aquel hombre estaba diciendo era inatacable, pero no me gustaba la manera en que lo decía.
—Tienes razón. No estaban en guerra ni tenían ningún motivo para odiar. Pero tampoco los verdugos odian a los condenados a muerte, y, sin embargo, los ejecutan. Se lo han ordenado así. ¿Piensas que lo hacen porque se lo han ordenado así? Seguramente piensas que estoy hablando del tema de la obediencia debida y que en cualquier momento voy a salir con aquello de que los guardianes de los campos de concentración sólo eran unos subordinados que tenían que obedecer.
Rió con tono despectivo.
—No, no estoy hablando de la obediencia debida. El verdugo no obedece órdenes. Simplemente hace su trabajo; no odia a las personas a las que ejecuta, no lo hace por venganza, no las mata porque se interpongan en su camino o lo amenacen o lo ataquen. Les son completamente indiferentes. Tan indiferentes que le da lo mismo matarlas que no matarlas.»
Extracto de El Lector
Bernhard Schlink
Mariposa negra
Luciérnaga sin alas
que surcas el subsuelo
sin pesadumbre
en el alma,
sin esquirlas en el corazón
ni llagas en las venas.
Mariposa despiadada
que succionas
los contrastes
y bautizas como tuyos
la libertad de sus partes.
La fiebre
lacera tu carne
y el odio
mutila tu organismo.
Asesinas despacio,
eres maléfica,
buscas a quien te ampare
y dé cobijo a tu vida,
muerta.
Heroína valiente
y homicida sin escrúpulos
que sacrificas o amas,
según te place.
Confiesa tu pena,
desnuda tu alma;
no descanses.
Ríe a la desgracia
y aparta tu vida
del caos
que la invade.
©Anna Genovés
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V-490 -14
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