El sonido de los truenos mecía su inquieto sueño
que con el hondo crepitar
de las sonoras gotas de vida
acunaba una nueva tranquilidad.
Aspirar ese aire oscuro, lúgubre y ácido
animaba su cuerpo inerte,
que estaba tan muerto y árido
que se hallaba frotando las manos la muerte.
Escondidos los sueños, ocultos tras la maleza,
esperando alerta una señal,
un ápice de esperanza para levantarse y
comenzar a estirar de nuevo las piernas,
a recuperar la conciencia,
a unir la irrealidad invasora con la realidad defensora y vencer.
Volverás con música de truenos y fanfarrias.
Volverás a mostrarnos tu sonrisa.
Volverás a regalarnos tu mirada.
Volverás de ese penoso viaje.
Volverás.
Sí, volverás.
Fátima Ricón Silva