Mi cabeza es el plomo que pesa
Mi cabeza es el plomo que pesa,
acostumbrado estoy a perderla en cada declive.
Es la rueda que desciende en cada cuesta,
la piedra alucinada rodando la colina
para caer entre los pies del fango
e internarse en el matemático corazón de la tiniebla,
donde tiene su origen la noche,
donde la muerte muerde la ubre y se desarrolla
con el mudo rumor del cáncer, de la duda.
Resplandecen con un brillo mortecino
algunos guijarros en su interior, que se astillan
y se quiebran en las paredes lisas
entretenidas en inmovilizar al mismísimo frío
sin dejarlo salir: algunas ideas que tuve y me condenan,
que pesaron en mí lo que el cemento pesa.
Mi cabeza es el peso que cae y que cae.
Aleqs Garrigóz