Mi piel,
como la erupción de un volcán
se abre y burbujea en mis poros.
Me arrincono en la esquina de mi dormitorio.
No quiero llorarte, ni loca voy a llorarte,
soy demasiado grande,
demasiado importante,
demasiado independiente,
demasiado autosuficiente
para quererte, para amarte, para extrañarte.
Y no lloro y me levanto
y voy a premiar esta tarde a mis lágrimas secas .
Pero mi piel,
como la erupción de un volcán
se abre y burbujea en mis poros.
Te echo de menos,
pero instalo rápido un telón de acero entre el pensamiento y mis deseos.
Y mis deseos chocan contra el acero y caen unos encima de los otros,
y se pisan y discuten entre sí
y mi pensamiento pide que se callen,
que esperen unos días, pues ahora estoy de duelo.
Pero mi piel,
está sintiendo como el pensamiento y los deseos se agitan,
discuten, derriban murallas…
Y la erupción rebasa los poros de mi cuerpo y se derrama.
Los días trascurren ásperamente,
todo se ha marchitado.
Te echo de menos y ya mis deseos derrotados recogen sus pertenencias,
mientras observo compasiva como se alejan.
Me ha gustado especialmente el final. Precioso.
«Te echo de menos y ya mis deseos derrotados recogen sus pertenencias,
mientras observo compasiva como se alejan.»
Un abrazo grande