Una capa nívea se desliza en las cumbres
Los abetos chispean gotas azucaradas
Los pájaros no dejan sus nidos
Los roedores se esconden en las cuevas santas
Mordeduras de serpientes debilitadas
Felinos que agotan su comida en la manada
Hombres que cazan por el día
Mientras la noche se cierne en la tarde blanca
Disparos inconexos
Agua clara, escarcha
Vida endurecida en lo alto de las montañas
Manjares suculentos que no hablan
Piñas carbonizadas en la hoguera humana
Osos que invernan
Mientras tú miras por las ventanas que no limpias
Los suelos que no lavas
Los platos de plástico que utilizas
Y la vida que se marcha
La mariposa no huele a hembra
Fragancia a naftalina barata
El miembro viril no se excita
Montículo sin crema salada
La habitación no huele a sexo
Entre efluvios volátiles y pezones ribeteando la mañana
El invierno nos sacrifica
Decomisando los huesos de cristal biselado
En una casa postrada
Los dedos se agitan entre las teclas baldías
Y las pantallas mojadas
Invernamos en nuestras moradas
En las montañas de asfalto o en las cimas heladas
11/12/2013
© Anna Genovés
Prop. Intelectual
09/2013/2206
Esa rima que nos martillea como el bajo continuo de las composiciones barrocas le confiere una solemnidad…
Precioso.