Montañas de asfalto. Por Anna Genovés

Montañas de asfalto 1

 

Una capa nívea se desliza en las cumbres

Los abetos chispean gotas azucaradas

Los pájaros no dejan sus nidos

Los roedores se esconden en las cuevas santas

Mordeduras de serpientes debilitadas

Felinos que agotan su comida en la manada

Hombres que cazan por el día

Mientras la noche se cierne en la tarde blanca

Disparos inconexos

Agua clara, escarcha

Vida endurecida en lo alto de las montañas

Manjares suculentos que no hablan

Piñas carbonizadas en la hoguera humana

Osos que invernan

Mientras tú miras por las ventanas que no limpias

Los suelos que no lavas

Los platos de plástico que utilizas

Y la vida que se marcha

La mariposa no huele a hembra

Fragancia a naftalina barata

El miembro viril no se excita

Montículo sin crema salada

La habitación no huele a sexo

Entre efluvios volátiles y pezones ribeteando la mañana

El invierno nos sacrifica

Decomisando los huesos de cristal biselado

En una casa postrada

Los dedos se agitan entre las teclas baldías

Y las pantallas mojadas

Invernamos en nuestras moradas

En las montañas de asfalto o en las cimas heladas

 

Anna Genovés

11/12/2013

© Anna Genovés
Prop. Intelectual
09/2013/2206

 

anna

Valenciana de nacimiento y ecuménica de pensamiento. Tengo alma de poeta y mi corazón está tuerto. Funambulista de la vida, mis ojos ha visto innumerables historias y mis dedos han tecleado todo tipo de cuentos... Tantos como años tiene Caronte. Soy disléxica y disgráfica como John Irving, Roberto Bolaño, Wendy Wasserstein o Scott Fitzgerald... Y, millones de personas, a las que les cuesta aprender idiomas o confunden, por ejemplo, "niño" con "nicho". Pese a ello, tuve la suerte de ir a la universidad y licenciarme en Historia Antigua y Arqueología/Prehistoria. Colaboro en distintos medios digitales. Escribo cuando me inspiro y soy bloquera a ratos. He publicado dos novelas: Tinta amarga y Bovary 21. Habrá más: os lo aseguro. Van rulando por los cajones y me piden salir a la luz.

Un comentario:

  1. Elena Marqués

    Esa rima que nos martillea como el bajo continuo de las composiciones barrocas le confiere una solemnidad…
    Precioso.

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