Hay momentos
—no sé—
en los que pienso
nadie tiene la culpa
de que el cielo se agrise,
o que llueva en agosto
con el fulgor del rayo,
o que la luna esboce
su tez más inclemente,
o que tus manos leves se entretengan
en otras cabelleras y otras bocas.
Nadie tiene la culpa
de que la playa hiele sus arenas
y nublen las mareas
las orillas más plácidas.
Nadie tiene la culpa
del vacío y el viento,
y de lo imperturbable de los dioses,
y de la soledad y la maleza.
Nadie.
Elena Marqués
Poema aparecido en Raíces de papel. Antología poética. Ediciones Cardeñoso, 2011.
A veces las cosas simplemente suceden… Qué manera más bella de no buscar culpables.
Sí, a veces las cosas suceden y nadie tiene la culpa. A veces, somos sólo espectadores de lo que acontece.
Precioso Elena.
Consideraciones literarias aparte, es una magnífica manera de enfrentar los avatares de la vida. Quizás la más beneficiosa de todas para el sujeto que padece.
El sol y el mar que nos acogen, a veces son testigos de esa nada que nadie puede explicar.
Porque sí…porque las cosas suceden y asì suceden. Pero qué manera tan bella de decirlo.
Un abrazo, Elena, querida maga de las palabras.