Una caja, y vas echando las preguntas. Alguna se responde a sí misma pero abre nuevas —como flores o vidas— en racimo. Preguntas que le harías. Y formulas, acumulas decenas de preguntas; cientos, miles, cientos de miles, millones de preguntas; y todas en una. Y, cuando consigues que te responda a la primera, ya eres Pandora, y ya está la caja abierta.
Manuel de Mágina
Bueno, Manuel, pero en esa «caja» siempre quedará una pregunta, quizás aquella que contenga todas las respuestas o la esperanza de que todas las demás sean contestadas 😉
Besos y un buen abrazo.
Me encanta leerte siempre, Manuel. Me encanta.
Una caja llena de interrogantes, cada cual puede formular el suyo.
Excelente micro, Manuel. Enhorabuena.
Debe ser una caja enorme; más bien un cajón. Yo tengo tantas preguntas que echar en ella…
Un placer.
Es un auténtico honor teneros aquí a los cuatro, con motivo de este pequeño juguete. Sepáis que os estimo y admiro.
Mar
Quienes tenemos ya unos años conocemos bien la naturaleza de la caja y, por tanto, la conveniencia de dosificar su contenido. De ir liberando males poco a poco, pues suele pasar que no hay mayor mal que cuando no queda ninguno. Gracias, me entusiasma tu cosmos de criaturas feéricas.
Yolanda
Siempre inspiradora, modelo en eso de entender el amor y la carne (nunca disociados) como la médula del universo.
Rafael
Gracias, maestro. Deseando volver a leerte.
Elena
Tú sabes mejor que yo que, las preguntas, como cualquier otro material de naturaleza espirituosa, caben en una caja de dimensiones relativamente reducidas. Te admito la chanza, no obstante; igual que si te estuviera viendo esa carita de inocente.
Un texto circular que puede leerse hasta el infinito y siempre estará la caja y siempre habrá preguntas…
Precioso Manuel.
Abrazos
Hasta que no me conteste la esperanza no cesaré de preguntar… Muy bonito.
Brujapiruja
Gracias, querida. Es así, como dices. Un gran abrazo.
Clara
Eso, más que un comentario, es un precioso verso. Gracias.