Océanos. Por María del Pilar Gorricho del Castillo


océanos
Me canso.

Sucede que me canso.

No como Neruda de ser hombre,
sino de pasear mis edades
siempre por los mismos senderos:
esos que llevan a una Roma
de fontanas
obtusas y taponadas
arrojando monedas
a los dientes de los crepúsculos.

Siempre el mismo empedrado sin costillas;
diseño de gigantes gateando
hacia un orbe nuevo de etéreas nostalgias.
Sin abrir las compuertas de las acequias,
veo anegarse frente a mis delirios
el minúsculo intento de romper cadenas
con la parsimonia del necio.

Voy plantando magnolias en los retretes
para olvidarme del desamparo,
y espero que broten entre el cieno
de lo estático.

Mientras, espero y espero
que los almanaques de las horas
alumbren pegajosos cadáveres
de física cuántica resolviendo
ecuaciones a destajo.

No apostando nada,
para no perder nada.

Regalando las barajas de las posibilidades
a los arcanos del desasosiego
que despojan almas
de sus engalanadas vestimentas
para transmutarlas
en homeless de una imprecisa ventura.

Sempiterna incertidumbre
de sofá y degollado mueble
que chirría hastiado mi nombre.

Camino de dameros en los pasillos que atravieso
con la premura de quien encontrará,
entre las baldosas,
el santo grial de su existencia,
y tan solo encuentra
aquellas trampas para ratas
por donde siempre se vuelve a pasar.

¡No modifiques tu camino!
grita el estepario lobo del subconsciente
haciendo gala de su bastarda condición
de dueño y señor de un vitalicio feudo.

No retornes a Ítaca
pues ni siquiera
tienes un perro que te reconozca
ni Atenea que disimule tus facciones
rabiosas de cicatrices,
o te advierta de los peligros que te acechan.

Vuelve sobre tu rastro y camina
sobre el asfalto de las preguntas;
ponzoñosa arteria donde te reconoces.
Entre tempestades de mediocres membresías
y apuestos hijos de Abraxas,
pero te reconoces.

Muerden los templarios de las hecatombes
todo intento de traspasar
los arrabales de la remembranza
y caminar sobre las aguas,
como un Cristo que despojado de su ego
nos regaló un camino nuevo.

Océano,
dones de profecía entre serpientes
padre de ríos y arroyos,
«Poderosa corriente del río océano»
relató Homero.

Extenderse hacia el pecho de las aguas
circundando horizontes y suelo raso
como una orquesta armónica
con el sol como única batuta.

Es Titán quien copula mis futuros
sin pecado.
Que hasta la culpa y el yugo de su castigo
caducan,
escupiendo el beso del perdón
en nuestro maldito karma
el día menos esperado.

Abro la ventana de la algarabía,
entran machaconas moscas nacaradas
obturando la salida de este dédalo sanguinario.
Cierro puertas, y se aferran
a las grietas del alma
como un condenado a su última cena.

Ya
pasó
vuestro tiempo.

Los cíclopes reverencian mi paso
y gritaré a Polifemo que «ningún hombre»
jamás hiere.

Quebrantaré
el sacrílego dogma de la presunta
felicidad terrenal
de pies en el suelo
y cabezas en el cielo.

Océano donde beber las primeras aguas
diáfanas,  y sanadoras,
arropando
los despojos de los hombres.

Me canso,
sucede que me canso,
no como Neruda de ser hombre,
sino de no saber ser niña
y
amada hija del oráculo de Nereos.

 

María del Pilar Gorricho del Castillo

pilargorricho

Pilar Gorricho del Castillo, nació en Logroño (La Rioja ) España el día diez de marzo de 1961. Poeta clásica en sus composiciones ha editado tres poemarios y participado en diversas antologías clásicas y de verso libre. Los retazos de mi alma es su primer poemario en Girasoles de asfalto combina el verso clásico con la rima blanca o libre. Y el vacío de los plenilunios todo escrito en verso libre. Cuenta con diversos reconocimientos poéticos. Escribe por satisfacción personal y según sus propia frase: “ No escribo poesía para vivir, la escribo para no morir”.

Un comentario:

  1. Elena Marqués

    Un poema profundo que hay que recorrer con atención, igual que un laberinto.
    «Camino de dameros en los pasillos que atravieso
    con la premura de quien encontrará,
    entre las baldosas,
    el santo grial de su existencia».
    Complicado siempre ese camino, cansado y, en ocasiones, ya ha pasado nuestro tiempo.
    Me ha impresionado tu grandeza oceánica.
    Un abrazo.

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