Palabras de niño. Por Marcelo Galliano

De cuatro a seis me dejan: puedo jugar despacio,
me imagino monarca dentro de un gran palacio,

los minutos se alargan, vivo en el infinito,
desconozco las reglas –juego porque es bonito-.

Así me invento un trono -por techo están los cielos-,
guardo fortuna oculta: más de cien caramelos

y una tropa de buenos soldados aguerridos
que jamás portan armas –se la pasan dormidos-.

Tengo una reina hermosa que acaricia mi pelo
-yo no sé si es un ángel, pero he visto su vuelo-

y un bufón que es muy sabio, que la risa ha perdido,
“no te permitas –dice- amargarte y, dolido,

consentir que los años te desgasten el oro
que en tu alma resplandece, si es tu único tesoro…;

no toleres amores que te dejen deshecho,
que un corazón perfecto lata en ti recién hecho;

no sueñes con los besos que vendrán con la aurora,
la noche está estrellada, mejor besarse ahora.”

Luego llega el instante que al comedor me llama
-con la leche caliente mamita me reclama-,

yo me quedo un minuto meditando en la corte
rogándole a diosito que el sueño no se aborte;

le pido, ilusionado, un reino como ése,
en que todo es eterno, donde nada envejece,

y un reloj que haga rato que no esté funcionando…
que al no saber la hora pueda seguir jugando.

Marcelo Galliano
Argentina

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