De tu poema de piel y hueso, en hora única, con urgencia,
me queda clavado el milagro de saberme tan tuya
como la garganta que convoca mi nombre,
con paciencia,
los dedos que recorren mi cabello recortado,
con esencia,
y el embrujo de tu abrazo en mi memoria,
¡con descaro!
–
Me queda mía la palabra del alma en el silencio,
corazón muy claro,
y el escombro de la resaca de no poder dar más,
latido recostado,
al corazón tuyo y tenue que late en el pecho mío,
a contratiempo.
–
Hay palabras sin término en mi boca
– murieron en el vapor de tu silueta-
que se agitan en el escollo de tu sueño
cuando tu aliento de vida me cerca.
–
Ya no sé decir,
ni escribir,
ni llorar
el amor que me siega el Poema.
–
No sé cantar,
ni reír,
ni gritar
al alma que me roba el Verso.
–
Sé que agitas en mí todo el Universo
y vuelvo a ser la pieza única perfecta
en el engranaje de vida tuya que prometes.
–
Soy víctima serena y espero recta
el regreso de la espadaña en mis entrañas.
–
Verónica Victoria Romero Reyes
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