Puente de Vizcaya. Por Juan A Galisteo Luque

Puente de Vizcaya

La lucha constante del mar y la tierra

muy pronto Evaristo de Churruca alzaba;

construyó canales y diques de piedra

y aquella corriente del mar aplacaba.

Una niebla oscura y un cielo cubierto

de humo y de lluvia gris, encapotada,

cubría de augurios el futuro incierto

de una gran industria ya casi agotada.

Todo un gran periodo de apogeo inmenso,

lo mismo que vino, después se alejaba;

los hornos rindieron su trabajo intenso

a la nueva etapa que ya comenzaba.

De aquí, los famosos «Mendis» de Euskalduna,

surcaron cien mares por tierras lejanas;

barcos de la Sota y Aznar, que a su cuna,

regresaban siempre con dichas tempranas.

Cruzaban la ría antiguas gabarras

con carbón del puerto. -Yo las divisaba.

De los astilleros soltaban amarras

buques petroleros que tanto admiraba.

Recuerdo de niño, que observando el puente,

absorto en sus torres, vértigos me daba;

él siempre conmigo fue el fiel confidente,

de amor y promesas que tanto añoraba

Hoy ya centenario, continúas presente,

y como un buen día lanzo otra mirada;

el paso del tiempo no arrugó tu frente,

«Muchachote vasco» de sombra callada.

La lucha incesante del mar y la tierra,

muy pronto Evaristo de Churruca alzaba;

la era del hierro murió para siempre,

más quedó tu sello, -Puente de Vizcaya-.

———

Juan A Galisteo Luque
Del poemario: Romances en la penumbra
Fotografía del Puente Colgante

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