Bendita Alegría
Te confunden con otras, alegría:
Ingenuidad, simpleza,
Candidez
Inocencia.
Te subestiman con diminutivos
sucedáneo de la felicidad
eterna hermana pobre de la euforia.
Parecen no acordarse de la helada rutina,
cuando las insistencias se vacían de sangre
y el espanto aprisiona como un despeñadero.
No recojas el guante, te lo ruego,
olvida el dasafío que lanza la ignorancia.
No nos dejes perdidos en medio de qué océano
sin tu luz, alegría,
la de las manos anchas
la que convierte el alma en lugar habitable.
Desatiende el rumor de las trincheras,
la retórica vana de los oportunistas.
Tú eres el destilado de libertad más único,
el orgasmo espontáneo del espíritu.
Bienhallada alegría
la pura de sabor
la complaciente
tú que vives y reinas en el tuétano limpio
ahora y en el albor de toda hora
quédate con nosotros.
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A las órdenes del viento
Para todos los que sienten que no están al mando
Me habría gustado ser discípula de Ícaro.
Hubiera sido hermoso festejar
las bodas de Calisto y Melibea.
Me habría gustado ser
un hiíta ante la Reina Nefertari
el joven Werther en Río de Janeiro
la deslumbrante dama sevillana
por la que Don José rechazó a Carmen.
Yo quisiera haber sido el huerto del poeta
con su verde árbol y su blanco pozo
el inspector fiscal
con el que conversara Maiakovski.
Me hubiera gustado amarte. Te lo juro.
Solo que muchas veces la voluntad no basta.
Raquel Lanseros
Del libro Croniria XIII Premio Internacional ‘Antonio Machado en Baeza’ publicado por Hiperión. Madrid, 2010