Amanece otro vez y lentamente
el sol va desplazando en los tejados
los últimos vestigios de la noche;
una estrella pequeña, furtiva, despistada
quiere seguir temblando
en el oscuro fondo de mi taza.
Un sorbo y será parte de mi vida…
Yo que nada poseo distinto a mi pobreza,
ahora tengo esta luz,
esta fugaz reliquia del día ya gastado,
luciérnaga del tiempo que se posa
en el hondo portal de mis recuerdos.
Mari Cruz Agüera