Yo canto al despertar cada mañana
sin emitir sonidos, canto con los ojos
mirando el cielo azul
en tu ventana.
Yo canto con los ojos y se nota
alegre mi mirada cantarina
y canto porque soy feliz aun sin tenerte
porque nunca fuiste, compañera, mía.
Hemos sido, juntos, un instante
y ahora queda sólo tu semilla
y soy feliz, instante diminuto
porque me ves, si tú me vieras, mudo…
También sé estar triste y sin consuelo
también sé lo que es estar perdido
todo da igual, no existe el cielo
ya no hay lugar al que volver vencido
arrastrando los pies, hombros hundidos
y la mirada ciega y sin reflejo
la fórmula magistral de áspides vinos
se llena de mis labios sin recelo
No sé estar siempre triste, lo confieso
como no sé estar alegre todo el día
sé de instantes que el infierno brilla
y a veces la envidia entra en el cielo
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«No sé estar siempre triste, lo confieso
como no sé estar alegre todo el día…»
Así es la vida, y el título lo resume: «Ser feliz y estar triste». No es incompatible.
Un poema muy hermoso y esperanzador. Hay que «disfrutar» de todo, incluso de la tristeza.
Un abrazo.
Siempre con la puntería intacta. Otro para ti Elena.