Hablo y nadie me escucha,
hablo ante un auditorio vacío,
hablo y por toda respuesta
obtengo un grito de silencio.
No quiero hablar para un oyente ausente,
no quiero gastar palabras que se pierden en la nada,
ni la reverberación de mi eco en la distancia.
No quiero y no lo haré.
No compartiré más mis sentimientos,
ni responderé mis preguntas,
ni me contaré mis historias,
ni me reiré de mis chistes,
No haré de este viaje un monólogo unívoco
en un desolado escenario sin público.
Sellaré mis labios para siempre con dignidad.
Tenías razón. Nadie escucha a los muertos.
Teriri